"Dios es una sinfonía. Todos los miles
de millones de formas e individuos son
notas de esa sinfonía.
Pero la esencia de la sinfonía no es la
nota sino la música que quiere sonar en
la nota.
Cada uno de nosotros es una nota en la
que se manifiesta la sinfonía divina"
(Willigis Jäger)
"Nosotros somos el ney
-flauta derviche de caña-;
nuestra música eres Tú"
(Rumi)
Una sinfonía de vientos y añoranza.
ResponderEliminarNosotros somos el ney??
ResponderEliminarNo se que es ney??
Bueno hoy estoy un poco disonante...parte de la misma sinfonía...
Besos:)
Que bonita entrada relacionada con la música, Dios la sinfonía ...las notas cada uno de nosotros
ResponderEliminar¿Qué se escucha? algo divino extasiante que quita el sentido
escucho un arpegio que hace vibrar mi alma
Gracias Regina, muy bello tu pots
Delia, cada uno de nosotros somos una nota que suena diferente a otra pero que finalmente al unirse dá esa sínfonia, creo que la música son sonidos de Dios, un abrazo.
ResponderEliminarHola delia.
ResponderEliminarPrecioso. La música, este idioma universal es un buen simil para la enseñanza. Aquí nos presentas dos botones de muestra perfectos. Gracias.
Namasté.
Hola Delia: Había leído sobre este símil de la flauta (ney) y es maravilloso y descriptivo: quedarnos huecos y vacios por dentro para que la música pueda ser producida a través nuestro. Y unido a Willigis Jäger es redondo: juntos formamos esa sinfonía divina, que es Una en todos.
ResponderEliminarGracias y un abrazo!
Hola Delia
ResponderEliminarBellísimo. En cada un de nosotros se manifiesta la sinfonía divina...
Si, si que hemos coincidido en el tema de nuestras entradas ¿sincronicidad?
Gracias, mil gracias
Maria
Hermosa presentación Delia. Qué bien se siente pensarse parte de la sinfonía divina. Gracias.
ResponderEliminarVaciarnos...
ResponderEliminarpara encontrarnos...y unirnos.
Que bien esas 2 líneas únicas y convergentes... ESCUHAR esa Sinfonía que suena en nuestro interior... floreciente desde el silencio más abrazador.
Esa música se abre espacio a través del vacío y nuestra escucha.
Gracias, hermana
Carmen