William Turner

18 de febrero de 2014

La morada del silencio.

Alberto Melchor, Paisaje de Tilcara.



Hay muchos espacios. Existe el espacio físico, el espacio social, el espacio ideológico,
el espacio artístico y otros más...Y otros más; el mar, el cielo, la llanura, el valle, la
sierra.
Todavía se puede hallar el espacio espiritual, un espacio silencioso. Es el silencio un
lugar para encontrarse, descansar, recobrarse, amar, crecer.
El espacio silencioso no necesita decoración alguna, ningún adorno, ni alfombras, ni
murales, ni biblioteca, ni chimenea, ni muebles. No es un lugar para contemplar, sino
para albergar otra presencia, acaso imprevisible.
Este albergue es el silencio, un silencio que surge al poner fin a todas las voces de
afuera, de las zonas más superficiales. Porque el silencio no es lo que se toca o se ve,
no entra por los sentidos, sino que es el espacio donde la presencia se muestra y se
hace evidente.
En el silencio lo visible se disipa y lo invisible puede volverse visible. Es un espacio,
el silencio, donde aparecen huellas de la presencia íntima.
El silencio hace del corazón un lugar de revelación, no del entorno que nos circunda,
sino del mundo que se aloja dentro. Es la explosión de lo oculto, de lo hospedado en la
interioridad, es el descubrimiento, la reconquista de lo que ya va con nosotros.
Al alejarnos del exterior recobramos la mirada primitiva, la mirada original de
nuestro corazón, los ojos del hijo que somos, del amor que nos da a luz.
Es el silencio una morada sin deshechos, sin memoria, sin residuos, Por eso el
silencio nos regala una coherente unidad de visión. En ese espacio uno no se siente
configurado por la exterioridad.
El que mora en el silencio se vive a sí mismo sin reservas y serenamente, pues todo
lo serena el silencio. Serena la noche y el día, serena la aurora y el atardecer, serena
las horas oscuras, las horas de luz y de bochorno. El silencio nos trae la paz y deja
emerger la inocencia y la plenitud. Apenas he de decir que jamás la vida se siente tan
rimada, tan pura, tan clara, como las horas calladas, como en la morada del silencio.
-José Fernández Moratiel, O.P

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4 comentarios:

  1. Y en silencio saboreo estas certeras palabras.

    Un abrazo

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  2. Comparto tus palabras Lola, y con cierta necesidad hoy. Hay momentos en que el exterior y el ruido hacer ansiar el silencio, y hoy es uno de ellos...

    Gracias Delia por este remanso de paz y silencio.

    Un abrazo a las dos.

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  3. Lola, Ernesto, Amelia, un abrazo en este momento de encuentro.

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