Una vez el rabí Mendel de Kozk
sorprendió a unos eruditos
preguntándoles:
-Dónde habita Dios?, ellos rieron.
-!Qué forma de hablar!, !El mundo
entero está lleno de su gloria!
entero está lleno de su gloria!
Y el rabí contestó él mismo a su
pregunta:
pregunta:
Dios habita allá donde se le deja
entrar.
Al fin y al cabo esto es lo que cuenta:
pero se le puede dejar entrar allá donde
uno está, donde uno está realmente, allá donde uno vive una vida
verdadera.
entrar.
Al fin y al cabo esto es lo que cuenta:
pero se le puede dejar entrar allá donde
uno está, donde uno está realmente, allá donde uno vive una vida
verdadera.
Establecemos en este espacio nuestro habitáculo para Dios; dejamos así
que Dios entre.
que Dios entre.
(Martín Buber)
En la simplicidad de esta anécdota se encierra el descubrimiento
más sublime de nuestra relación con lo esencial: su cercanía.
Ese "dejar entrar" es el estado propio de la meditación, que abre
el espacio de la consciencia hacia lo que siempre está y estuvo en
nosotros.
CREO QEU DEBEMOS ESTAR ABIERTOS A ESA MEDITACION Y AL ENCUENTRO DE NOSOTRSO CON DIOS¡¡¡¡
ResponderEliminarRecuerdo a un cura barbudo, hace años (unos cuantos). Tras predicar pregunta a una chica: ¿Para tí qué es Dios? Y ella le respondió -preocupada por no meter la para-: ¡PARA MI DIOS LO ES TODO!
ResponderEliminarEl discurso acabó ahí. No hay más.