"Fernando Silva dirige el hospital de niños en

Managua. En vísperas de Navidad se quedó

trabajando, y empezaban los fuegos artificiales

a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió

marcharse. En su casa lo esperaban para festejar.

Hizo una última recorrida por las salas viendo

si todo quedaba en orden, y en eso estaba

cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos

pasos de algodón; se volvió y descubrió que

uno de los enfermitos le miraba, lo reconoció.

Era una niña que estaba sola.

Fernando reconoció su cara ya marcada por

la muerte y esos ojos que pedían disculpas o

quizás pedían permiso.

Fernando se acercó y la niña lo rozó con la mano:

-Decíle a...-susurró la niña-decíle a alguien que yo

estoy aquí."

Autor: Eduardo Galeano.

*

Hace un tiempo leí esta historia en un

periódico de Derecho Viejo, entonces

me conmovió y hoy al releerla me atrajeron

algunas de sus expresiones:

"...sintió que unos pasos lo seguían...en la

penumbra lo reconoció...y esos ojos que quizás

pedían permiso...decíle a alquien que estoy aquí."

¿Quién está a mi lado? A quién veo, cuando veo,

hablo, escucho o me relaciono?

Si no veo quien soy jamás veré a quien está ahí.