Estamos tan acostumbrados a relacionarnos con fragmentos de lo real que ya no podemos ver la totalidad. Los pensamientos inevitablemente remiten al pasado, a ese centro "yo mismo" que necesita de la memoria para reconocerse y revestirse de identidad, al hacerlo produce la separación: yo y los otros... yo y los hechos... yo y el mundo.
Hay una mano que conduce hacia el atalaya de la conciencia desde donde es posible apreciar la totalidad, pero también a esa mano la vemos fragmentada, la atribuímos a diversos maestros, escuelas, doctrinas, sistemas o prácticas. Así seguimos mojandonos los pies en un charco en vez de sumergirnos en el agua que somos, profunda, fresca y desconocida.
Gracias Delia, estupenda reflexión para hoy que dejaremos transcurra apaciblemente, sin plantearnos el porqué de esta pequeñez o de aquella que se nos presenta ,que nos desestabiliza, aceptando lo que hay y así la calma vuelve de nuevo
ResponderEliminarFeliz domingo
Sin preguntas, sin aferramientos, la mente calma y responde todo.
ResponderEliminarPreciosa enseñanza
Un abrazo Delia
Gracias amiga, como siempre, sincronicidad entre lo que se lee y lo que se necesita saber :)
ResponderEliminarGracias Delia me uno a esa sin cronicidad que dice Victoria entre ayer y hoy llegaban reflexiones al respecto como anteponemos siempre la mente o el sentir y nos perdemos la uniòn, un abrazo amiga.
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