por cualquier golpe de viento;
el otro, invisible,
no dejará de arder
cuando yo me haya ido.
Hay dos fuegos en mí: uno es eterno
y observa compasivo como el otro
se consume tan lejos de la vida,
creyendo que es la vida quien lo inflama.
Dos fuegos hay en mí: uno artificio,
el otro llama inextinguible,
con deseos de arder más
y más alto,
más hondo,
más real.
-Eugenia Domínguez.
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