William Turner

30 de marzo de 2010

La mera presencia.

"...la meditación no tiene objetivos, es ser."
-Camilo Guerra.
"...de modo que la mente esté capacitada
para ver las cosas como son."
-Krishnamurti.

"Cuando está presente la sensación de "yo", con sus
profundos sentimientos de insuficiencia y falta, con su
insaciable búsqueda de perfección y de seguridad, es
imposible ver con libertad.
La idea de "yo", es por necesidad incompleta. Toda
idea es incompleta. No existe una idea completa.
El pensamiento viene de recuerdos fragmentados que
jamás podrían capturar la vivacidad del momento.
Por más que piense acerca de mí...nunca es la totalidad
viviente, porque soy inmensamente más que los
pensamientos, imágenes y sentimientos fragmentados
que tengo dentro de mí.
La totalidad de la vida no se puede captar en
pensamientos o sentimientos. La mente trata de hacerlo
pero no puede. Vivimos en pensamientos y sentimientos,
solos y con otros que están condicionados del mismo
modo.
Del pensamiento-sentimiento de imperfección surgen: el
deseo y el temor, el deseo de perfección y el temor de no
ser perfectos. El deseo de encontrar significado y propósito.
Si observamos con atención vemos que no existe un sólo
instante desprovisto de cierto deseo o temor. Si nos
sentimos realizados queremos más o el temor de que esta
situación termine.
Todo proviene del sentimiento de imperfección que
inevitablemente acompaña a la idea de "yo" como entidad
aislada, separada.
También está el tratar de completarse o perfeccionarse a
través del pensamiento: los senderos espirituales, los
ejercicios, las prácticas ya sea autoimpuestas o impuestas
por una disciplina a la que nos adherimos con el fin de
llegar a completarnos en el tiempo.
Son sólo pensamientos. ¿Nos damos cuenta de esto?
Tanto la imperfección que nos hace sufrir como la
perfección que buscamos son ideas, imágenes.
Todo es una huída de lo que está sucediendo
verdaderamente ahora, en este mismo instante:
la mera presencia sin carencias, que todo lo abarca,
vasta, indivisible, inconcebible."


-Toni Packer.

26 de marzo de 2010

No digáis que partiré mañana,
pués aún estoy llegando.


Mirad profundamente;
estoy llegando a cada instante,
para ser brote de primavera en una rama,
para ser pajarillo de alas aún frágiles,
que aprendo a cantar en mi nuevo nido,
para ser mariposa en el corazón de una flor,
para ser joya oculta en una piedra.


Aún estoy llegando para reír y para llorar,
para temer y para esperar.
El ritmo de mi corazón es el nacimiento y la muerte
de todo lo que vive.


"Llamadme por mis verdaderos nombres", poesía de
Thich Nhat Hanh

23 de marzo de 2010

Cualidad Inocencia.

Desde siempre los seres humanos se han preguntado si existe
algo trascendente, mucho más real que la existencia cotidiana.
Pero como no son capaces de descubrirlo han adorado un
símbolo, dándole gran significación.
Para descubrir esa realidad tenemos que prescindir de todo lo
que es creado por el temor, el deseo, la esperanza; se trata de
algo que no depende del ambiente, de la cultura, de la
educación, sino algo que el pensamiento no haya tocado jamás,
algo que es total e incomprensiblemente nuevo.
La religión, y no nos referimos a las religiones organizadas,
sería esa cualidad que sin ninguna clase de temor o creencia nos
lleva a una vida donde no hay fragmentación alguna. Esta
cualidad humana abre a una vida no fragmentada, a un continuo
que se mantiene más allá de su incesante fluir. Para ello
prescinde de toda creencia, esfuerzo, dirección y propósito, de
modo que la mente esté capacitada para ver las cosas como son.
Además de esta libertad tiene que haber también cierta cualidad
de orden, generalmente asociamos el orden con la disciplina, pero
mientras que la disciplina obliga a la mente a seguir cierto curso
condicionado a un patrón al que considera moral, el orden, en
cambio, surge de modo natural cuando comprendemos todos los
factores perturbadores, desordenados y conflictivos que tienen
lugar dentro y fuera de nosotros. Cuando vemos esto con gran
claridad, no sólo de manera intelectual y verbal sino además sin
condenarlo, sin escapar de ello, pero observándolo en la vida,
entonces, de ese sentir alerta y de esa observación, naturalmente
nace el orden que es la virtud.
Se requiere una mente clara, que no se haya entorpecido, que ya
no persiga una dirección, un propósito.
¿Es posible este estado de la mente donde no tiene lugar la
experiencia?
"Pasar por la experiencia" implica que hay una entidad que esta
experimentando por lo tanto hay dualidad, hay el experimentador
y la cosa experimentada. En ese pensamiento que busca una
experiencia, por lo general maravillosa, existe la dualidad del
experimentador y la experiencia. Hay una distorsion porque el
experimentador es el pasado acumulado con todo su conocimiento,
sus memorias.
El que la mente busque una experiencia, por maravillosa que sea,
implica que el "yo" esta buscandola y el yo es el pasado con todas
sus frustraciones, desdichas y esperanzas.
En la meditacion se descubre si el cerebro con todas sus actividades,
todas sus experiencias, puede tambien estar en silencio sin ser
obligado a ello, porque tan pronto uno lo obliga, ahi esta de nuevo la
dualidad, la entidad que dice "me gustaria tener experiencias
maravillosas, por lo tanto, tengo que obligar a mi cerebro a que se
silencie", nunca lo conseguira.
Pero si uno vigila como funciona el cerebro, su movimiento, su
condicionamiento, este se aquieta extraordinariamente y esa quietud
no significa que duerme, sino que esta tremendamente activo y por lo
tanto, en silencio.
Cuando el cerebro observa sin juzgar nace una cualidad de inocencia,
y la mente inocente puede ver lo que es verdadero, no asi la mente
complicada, no asi la del filosofo o el sacerdote.
La mente inocente incluye ese todo donde se hallan el cuerpo, el
corazon, el cerebro y la mente y eso es meditacion.
La base es la comprension del pensamiento, como causante del
temor y el placer, y la comprension del orden que nos libra de todo
conflicto.


Krishnamurti

20 de marzo de 2010

LA MIRADA.

   Solo cuando la mirada
se abre al par de lo visible
se hace una aurora. Y se
detiene entonces aunque
no perdure y solo sea
fugitivamente, sin apenas
duración, pués que crea
así el instante.
 El instante que es al par indeleblemente uno y duradero.
La unidad, pues, entre el instante fugitivo e inasible y lo que
perdura. El instante que alcanza no ser fugitivo yéndose.
Inasible. El instante que ya no está bajo la amenaza de ser cosa
ni concepto. Guardado, escondido en la oscuridad propia, puede
llegar a ser concepción, el instante de concebir, no siempre
inadvertido.
   Y así, la mirada, recogida en su oscuridad paradójicamente,
saltando sobre una aporía, se abre y abre a su vez, "a la imagen
y semejanza", una especie de circulación. La mirada recorre,
abre el círculo de la aurora que sólo se dió en un punto, que se
muestra como un foco, el hogar, sin duda, del horizonte. Lo que
constituye su gloria inalterable.

-María Zambrano.