William Turner

22 de diciembre de 2013

La vida eterna.

pintura de Nina Reznichenko

...
En instantes de gracia,
todo se ilumina,
incandescente
síntesis de luz,
sin recortes de orillas
ni temblor de duda.
Y cuando se apaga,
siempre arde escondida,
combustión íntima
que libera la energía
de cada segundo.

La vida eterna
se asoma discreta
en la última mirada
de una vida que se extingue
sobre la almohada blanca,
en la dignidad serena
de un rostro trabajado
a golpes de injusticia,
en la palabra firme
de un líder incorrupto,
y en esa pequeña flor
que crece sin permiso
en el alero del tejado.

La vida eterna
nos escoge al inicio
para existir en su aliento,
nos recoge cada día
para unir nuestra dispersión,
y nos acoge al final
en un abrazo sin medida.

-fragmentos de un poema
de Benjamín González Buelta.

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