William Turner

31 de enero de 2012

Eso, de lo que no se puede hablar.

"Charanguito del maíz"
Dolores Mendieta.


  Ludwig Wittgenstein, uno de los más grandes intelectuales de los tiempos modernos, al final de su obra cumbre "Tractatus", acaba diciendo:
-De lo que no se puede hablar, es mejor guardar silencio-

Existen ciertas cosas de las que no se puede hablar, por ejemplo no podemos describir la  música...no obstante, escribiendo ciertas
instrucciones, que nos dicen lo que  debemos hacer,  podemos reproducir esos sonidos..
La notación musical es esencialmente una serie de instrucciones (como "trace un círculo"o "tienda una perpendicular"); así si se siguen las instrucciones, se pueden comprender las cosas
imposibles de describir.
Todos los escritos místicos son, en realidad, instrucciones. No se trata de intentos de describir al universo, de describir a Dios, de describir la realidad absoluta. Todo místico sabe que eso es
imposible. La misma palabra misticismo proviene de la palabra griega myein que significa guardar silencio.
Guardemos silencio y miremos; entonces comprenderemos, porque las instrucciones dicen que hay que escuchar y observar. Detenerse, observar y escuchar (y ver lo que sucede). Tan
solo no digas, no digas, no digas...o lo echarás  todo a perder.
En una ocasión, alguien dijo a un maestro zen:
"Las montañas, las colinas y el cielo, ¿no son  el cuerpo de Buda?"
Y el maestro respondio "Sí, pero es una pena decirlo".

   Las palabras tienen significado porque son símbolos, porque señalan algo diferente de sí mismas. Pero todos los grandes enunciados místicos no tienen significado alguno porque son absolutos, exactamente como las nubes, y las montañas y las estrellas, carecen de significado porque no son palabras.
   Así cuando nuestra mente (es decir, nuestros sistemas verbales) llega al final de sus posibilidades, cuando llega al enunciado vacío, llegamos al punto crítico.....y sentimos una especie de vértigo intelectual que describe así un poema del budismo zen:

"Sin una sola teja para cubrirse la cabeza,
sin un centímetro de suelo para ponerse de pie"
  
Entonces, ¿en dónde estamos?. Bueno, estamos en donde siempre hemos estado. Hemos descubierto que somos ESO. Y resulta muy incómodo porque ESO no se puede asir. Hemos descubierto que seamos lo que seamos,( y no es algo que tengamos dentro de la cabeza, pués se encuentra tanto dentro como fuera), no podemos echarle mano...
Pero todo esto lo explica Shankara, el gran comentador hindú de los Upanishads, el gran maestro de la doctrina no-dualista del universo, cuando dice:

"Aquel que conoce, que es el conocedor en todos
los seres, nunca es el objeto de su propio
conocimiento"

-Alan Watts.

3 comentarios:

  1. Las palabras también hacen que nos cuestionemos la realidad tal como se nos presenta y concibamos la posibilidad de otra muy distinta que, por nosotros mismos, ni habríamos imaginado. Si hay apertura, pasion o incluso sólo curiosidad por saber, no es difícil que de la mera concepción se pase a la percepción directa de esa otra realidad, muy distinta a la que habíamos asumido como tal, sin cuestionarla.
    Lo curioso es que el factor esencial en todo este proceso que empieza con la palabra, es el silencio :)

    Un beso, Delia.

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  2. jejeje siempre en conexión!!
    Magníficamente explicado!
    Un gran abrazo!

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  3. Delicioso texto, sabio y profundo...Eso de lo que no se puede hablar...podemos acaso tan siquiera nombrar las estrellas?

    Precisosísimo Delia

    Un fuerte abrazo

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