William Turner

31 de julio de 2012

Individuación y belleza.




Fotografía de José Manuel Oujo.


La belleza de las formas surge de su interior, del fiel cumplimiento de sus funciones;  las formas no son independientes entre sí ni independientes de la fuente que las manifiesta, pero en esa variada manifestación cumplen diversas funciones que están determinadas por su calidad de inanimadas o sintientes, sintientes que poseen intelecto o sintientes sin intelecto, esta es la individuación que las mantiene integradas sin confusión. Cada individuo atrae o recibe lo que necesita para su desarrollo y funcionamiento y desde esta consideración el ser humano no difiere de los demás existentes, salvo que con su posibilidad de interpretar y discriminar puede interferir en ese desarrollo.
La belleza de las formas de la naturaleza destaca facilmente ya que su funcionamiento es espontáneo y acabado en todo momento, lo mismo pasa con los niños, su encanto se ofrece en  una permanente gratuidad. Los adultos también vivimos en la belleza y en la posibilidad de apreciarla, quizás sea esta posibilidad la que a veces nos ciega y nos carga de tristeza y frustración o quizás sea ese mismo dolor el que nos permite reconocerla y reconocernos en ella. 
La instantánea que ilustra esta reflexión está mostrando un momento maravilloso de fusión entre seres sintientes y la acabada función de un ojo humano que lo supo apreciar.

2 comentarios:

  1. Tal vez este lenguaje de las formas temporales con su belleza es la que nos indica la comprensión de la Unidad con todos sus aspectos, gracias querida amiga por esta reflexión, un gusto saludarte en tu espacio.

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